Mi profesora de danza se llamaba Aída, todavía la recuerdo como si la hubiese visto ayer, era una mujer delgada en exceso, sin pecho ni curvas pero con una fuerza y una energía que nos contagiaba cada día.Yo era una de sus alumnas preferidas, de hecho en casi todos los montajes me ponía a mí de protagonista, y en ese momento, yo que solo era una niña me sentía la persona más especial del universo. Me inculcó una disciplina y una seriedad que pienso que solo se puede transmitir a través de la danza. Me hizo querer crecer y superarme y pensar que cada día que me levantaba iba a tener que ir un poco más allá y hasta quedar exhausta en el intento.
Hoy he vuelto a disfrutar y a emocionarme, como lo hacían mis padres cuando me veían bailar.Con la diferencia de que lo que acabo de ver es pura poesía, u

Realmente te traslada a otro lugar es emocionante la danza, y me demuestra una vez más cómo a través del cuerpo y de la expresividad de los movimientos se puede conseguir transmitir algo mucho más intenso y más interesante que mediante la palabra.Un actor debe conseguir dejar de lado el texto para llegar a la emoción y a la verosimilitud mediante las acciones físicas, y esto es la prueba de que ellos, los bailarines, consiguen emocionar y contar historias a través de la expresividad y ductilidad de su cuerpo y sus movimientos.
Simplemente brillante
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