jueves, 24 de marzo de 2011

La plasticidad del alma

Acabo de ver dos vídeos sobre el montaje que coreografió Nacho Duato Multiplicity. Y me ha echo volver a mi infancia, a mi ilusión de cada día cuando terminaba las clases en el colegio, a un sueño que no pude cumplir porque a mis padres les parecía que era mejor que me matriculase en el conservatorio de música.
Mi profesora de danza se llamaba Aída, todavía la recuerdo como si la hubiese visto ayer, era una mujer delgada en exceso, sin pecho ni curvas pe
ro con una fuerza y una energía que nos contagiaba cada día.Yo era una de sus alumnas preferidas, de hecho en casi todos los montajes me ponía a mí de protagonista, y en ese momento, yo que solo era una niña me sentía la persona más especial del universo. Me inculcó una disciplina y una seriedad que pienso que solo se puede transmitir a través de la danza. Me hizo querer crecer y superarme y pensar que cada día que me levantaba iba a tener que ir un poco más allá y hasta quedar exhausta en el intento.
Hoy he vuelto a disfrutar y a emocionarme, como lo hacían mis padres cuando me veían bailar.Con la diferencia de que lo que acabo de ver es pura poesía, u
na melodía llevada al extremo de la plasticidad. Me ha conmovido la cosificación de la bailarina, el ritmo y los contrastes de movimientos agresivos pero controlados enlazados con los más sutiles y ligeros. Me ha parecido una interpretación magnífica sin la necesidad añadir nada. No son necesarios grandes saltos ni una colocación perfecta de las manos, en eso esta la belleza, la bailarina y el chico que hace como si tocase el violín con el cuerpo de ella interactúan de una manera tan trabajada que parece como si en cada toque que hace él con el arco, a ella le diesen una descarga eléctrica. Tiene una técnica magnífica que sale a relucir en esta coreografía contenida y "pequeña" que mediante la verdad consigue parecer grandiosa y dejar estáticos y flotando a la vez al público que la contemple.
Realmente te traslada a otro lugar es emocionante la danza, y me demuestra una vez más cómo a través del cuerpo y de la expresividad de los movimientos se puede conseguir transmitir algo mucho más intenso y más interesante que mediante la palabra.Un actor debe conseguir dejar de lado el texto para llegar a la emoción y a la verosimilitud mediante las acciones físicas, y esto es la prueba de que ellos, los bailarines, consiguen emocionar y contar historias a través de la expresividad y ductilidad de su cuerpo y sus movimientos.
Simplemente brillante

No hay comentarios:

Publicar un comentario